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Informe sobre salud laboral en Empleo de hogar y cuidados

Elaborado por la La Plataforma por un Empleo de Hogar y de Cuidados con Plenos Derechos de Madrid,

Sábado 30 de marzo de 2024

Los resultados que arroja la encuesta sobre salud laboral en empleo de hogar y cuidados dan cuenta de la desprotección del sector y de la necesidad de adoptar medidas urgentes para garantizar un entorno laboral con cuidados para quienes cuidan. Los datos que exponemos no pueden entenderse si no atendemos a las condiciones en las que se desarrolla este trabajo, los cruces de variables que hemos podido trazar con los resultados de la encuesta nos han permitido identificar 5 factores que aumentan el riesgo:

1. La situación administrativa. En todos los casos la situación administrativa irregular es determinante para sufrir una mayor exposición al riesgo: peores condiciones laborales y salariales, jornadas más largas y menos descansos, obstáculos en el acceso a la atención sanitaria, y una situación de vulnerabilidad que dificulta el reclamo de derechos es una combinación nefasta generada por una ley de extranjería que condena a la clandestinidad a miles de personas. El reconocimiento de derechos es la primera condición también para cuidar la salud.

2. La nacionalidad. La encuesta confirma que todas las personas que tienen nacionalidad española (de origen o adquirida) tienen mejores condiciones laborales que quienes no la tienen, aún cuando se encuentren en situación regular. Otra vez la legislación de extranjería condiciona a aquellas personas que deben renovar su documentación asociada a un contrato de trabajo, lo que puede determinar que aguanten peores condiciones laborales o no reclamen sus derechos por temor a perder el empleo.

3. La edad. Se evidencia que las trabajadoras mayores, y entre ellas especialmente las que continúan trabajando por encima de la edad de jubilación, tienen mayor desprotección, y de manera muy señalada en lo que se refiere a la violencia sufrida en el puesto de trabajo, pero también las trabajadoras más jóvenes, aunque en este caso en lo referido a tener peores condiciones laborales.

4. La regularidad del empleo. También resulta determinante en la protección de la salud la formalidad o informalidad en el empleo, no tener contrato de trabajo implica estar en una situación de grave desamparo.

5. La modalidad del empleo. Finalmente, el régimen de trabajo externa/interna es definitivo en la afectación de la salud. En todos los supuestos, el trabajo en régimen interno supone un deterioro en la salud de las trabajadoras más alto; en este caso a a sobrecarga de tareas, a la disponibilidad 24hs en el puesto de trabajo con las consecuencias que ello puede conllevar en su vida personal y familiar y en su salud mental, hay que sumar las condiciones de mala habitabilidad y deficiente alimentación que declaran tener muchas de ellas.

En síntesis, podemos concluir que, el perfil de las trabajadoras de hogar y cuidados cuya salud está más afectada y que están más expuestas a riesgos laborales se corresponde con el de mujeres migrantes, muy jóvenes o mayores -por encima de la edad de jubilación-, en situación administrativa irregular, que trabajan como internas y de manera informal.

A la luz de los resultados se dibuja un patrón de asociación entre desprotección y precariedad laboral, violencia en el trabajo, accidentalidad y afectación a la salud (física y mental), de forma que todas estas circunstancias se relacionan y refuerzan entre sí.

Por tanto, una de las conclusiones evidentes de este estudio es que para proteger de la salud de las trabajadoras de hogar y cuidados es imprescindible abordar la protección de sus condiciones laborales, acabar con la informalidad en el empleo y regularizar administrativamente a quienes cubren un puesto de trabajo reconocido como esencial.

Asimismo, los alarmantes datos que arroja este estudio sobre las afecciones en la salud causadas por esta actividad laboral requieren de medidas urgentes y específicas adaptadas a la singularidad de este empleo, y el desempeño en los domicilios particulares no puede ser excusa para seguir dejando sin protección a miles de trabajadoras.

Es muy preocupante que 8 de cada 10 trabajadoras de hogar y cuidados refiera tener o haber tenido problemas de salud relacionados con su empleo (el 83%), que el 80% declare problemas vinculados a la salud mental (destacando el estrés, la ansiedad y la sobrecarga física, psíquica o emocional), que el 40% haya tenido algún tipo de accidente laboral y que un 77% de las trabajadoras con problemas laborales consuma algún tipo de fármaco.

No obstante, a pesar de estas cifras solo una tercera parte afirma no tener ningún elemento de seguridad necesario en su trabajo. La alta incidencia de problemas en la salud señalada no parecería corresponderse con un entorno laboral en el que se dispone de suficientes elementos de seguridad y apoyo y existe una buena política de prevención de riesgos laborales, lo que podría llevar a suponer que no se identifican estos elementos como necesidad o se desconocen.

También llama la atención el escaso reconocimiento de las bajas médicas, tanto por enfermedad común como por enfermedad profesional o accidente laboral, teniendo en cuenta que un 44% de las trabajadoras encuestadas reconoce que ha ido a trabajar estando enferma, y sólo al 15% de las que han acudido al médico/a le han reconocido la baja. Un 40% declara haber tenido accidentes o enfermedades en el trabajo, pero solo al 10% le han reconocido la enfermedad profesional o accidente laboral.

Estos resultados evidencian la necesidad de reconocer las enfermedades profesionales vinculadas a esta actividad y que son similares a las de otras ocupaciones en las que se realizan tareas equiparables, como las trabajadoras de ayuda a domicilio o las camareras de piso[1], para que puedan ser tratadas como tal a efectos médicos, pero también de protección social. También hablan de la urgencia de desarrollar la normativa de prevención de riesgos laborales (incluidos los riesgos psicosociales) y de encontrar herramientas efectivas que se puedan aplicar en este sector, reforzando asimismo la información y sensibilización entre las y los empleadores, entre las propias trabajadoras y también entre el personal sanitario.

Es necesario apuntar que, por el carácter feminizado del trabajo, debido tanto a quienes lo desempeñan de manera abrumadora (98% mujeres), como al rol y al lugar asociado socialmente al trabajo de cuidados, requiere que cualquier análisis y propuesta de mejora incorpore la perspectiva de género como eje central.

Por último, no queremos dejar de señalar el papel de las propias trabajadoras de hogar y cuidados. Los testimonios que hemos recogido tienen el objetivo de poner voz y cuerpo a las cifras, son ellas las que mejor conocen cómo afecta su trabajo a sus vidas y a su salud y, en consecuencia, contar con ellas para abordar esta problemática y buscar soluciones es indispensable. Existe un movimiento organizado de trabajadoras de hogar y cuidados muy potente que ha conseguido logros tan importantes como la ratificación del Convenio 189 y que debe ser tenido en cuenta.

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Informe sobre salud laboral en Empleo de hogar y cuidados

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