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Maitena Monroy Romero. Militante de la Asamblea de Mujeres de Vizcaya.
Errores sobre la violencia sexista
Domingo 21 de diciembre de 2008
La semana pasada hemos conocido 3 de las últimas y más salvajes agresiones sexistas que se han producido en nuestra provincia, una el asesinato a manos de su pareja de una joven en Santurtzi, la otra la salvaje agresión sexual contra otra joven en Bilbao y la última, la violación de otra joven también en Bilbao. Probablemente muchas ciudadanas-os sentiremos vergüenza e indignación por reconocer que vivimos en un mundo donde ser mujer sigue suponiendo un riesgo vital.
Ahora ya solo podemos expresar nuestra denuncia y repulsa frente a los agresores así como nuestra solidaridad y compromiso con las victimas, aunque lleguemos ya tarde. Lo curioso es que mientras uno de los casos será juzgado en un juzgado de los mal llamado de violencia de genero (porque la clave es el sexismo), las otras, las agresiones sexuales, no serán consideradas como violencia de genero ya que los agresores no mantenían una relación afectiva con las victimas.
En los últimos años hemos visto como el reconocimiento de la violencia sexista habitual en el marco de las relaciones afectivas comenzaba a emerger pero por contra esto ha conllevado una fragmentación e invisibilidad de la violencia sexista en su conjunto. Esto supone un gravísimo error de análisis que ha potenciado la aparición de numeroso mitos y de errores de actuación a la hora de buscar los recursos adecuados para prevenir y erradicar en palabras de la ONU; "El crimen encubierto más extendido en toda la humanidad".
¿Cuáles son estos errores? El primero tiene que ver con el por qué y el
origen de esta violencia. Esta claro que para poder tratar algo debemos de analizar y combatir no solo sus síntomas sino realizar un buen diagnostico etiológico del problema. Vayamos parte por parte, sobre las preguntas que nos debemos hacer:
¿Hay una violencia en el mundo específica contra las mujeres por el hecho de ser mujer? La respuesta es un rotundo y lamentable SI.
¿Cuál es su origen? El origen de esta violencia, que las organizaciones feministas llevamos más de 30 años denunciando, no es otro que el SEXISMO, que se refuerza mediante el uso de la violencia y que a la vez se sirve de esta como uno de los mecanismo para mantenerse. Un sexismo que sigue determinando comportamientos (género) y poder desigual en base al sexo.No podemos obviar que el uso de la violencia tiene un sentido instrumental por parte de quién la ejerce pero que además es un excelente mecanismo de control y una estrategia de dominación sobre cualquier grupo al que se quiera someter, en este caso las mujeres.
Debemos de abordar la violencia no como hechos aislados sino enmarcándola dentro de la estructura sexista que la legitima y que conlleva entre otras cosas que sean los únicos delitos donde la victima se siente culpable y el agresor se siente victima de las consecuencias que pudiera acarrear su delito, "porque al fin y al cabo hizo lo que un hombre tiene que hacer, en el caso de los maltratadores, o se escudan en que ella se lo busco o lo provoco, en el caso de los agresores sexuales" . Los machistas más salvajes matan entre 70 a 90 mujeres anualmente, pero la violencia tiene más cifras sangrantes, en el estado español, como los más de dos millones de mujeres maltratadas (Instituto de la Mujer, 2005) y que solo una de cada 8 violaciones se denuncie, estimándose estas en unas 20.000 anuales (Urra, 2003). O que el consejo de Europa alertarse ya en el 2000 acerca de que la violencia sexista es la primera causa de invalidez o muerte para las mujeres europeas de entre 16 a 44 años. La violencia más directa la sufren mujeres concretas pero hay un temor generalizado en las mujeres a ser victimas de la misma. Esto determina que las mujeres nos situemos frente a la vida entre "puedo y no puedo" mientras que los varones lo hacen entre "el quiero y no quiero". Un ejemplo de esta violencia simbólica aparece cuando preguntamos a las mujeres de nuestro alrededor si caminan de diferente forma y por los mismos sitios de día que de noche. O cuando muchas de las mujeres que acuden a los cursos de autodefensa feminista señalen que entre los factores que les generan inseguridad esta el hecho de ser mujer.
Esta inseguridad o miedo es un excelente limitador de los derechos humanos además de un limitador de la capacidad de elegir libremente y consecuentemente un grave déficit democrático. Pero ahora deberíamos preguntarnos como se refuerza socialmente el miedo y la sensación de vulnerabilidad de las mujeres así como el uso “tolerable” de cierto grado de violencia, a través de los diferentes medios de transmisión cultural ( desde la objetualización del cuerpo de las mujeres, el concepto del amor como posesión,"la idea de quién bien te quiere te hará llorar" ) o con los mensajes que lanzamos a las jóvenes tipo al de "cuidado con lo que haces, con quién vas, que anda mucho loco por ahí suelto" que no hacen si no aumentar la inseguridad (porque no explican de quién o de que nos tenemos que defender, ni aportan recursos para defendernos). Además, sirven para culpabilizar a la mujeres de lo que las pueda pasar y nos devuelven una de las falsas creencias con respecto al agresor y sus motivaciones. A este respecto, basta recordar como suele reaccionar el entorno del agresor cuando se conocen sus delitos, valorándole como un hombre “normal”. Aquí hay 2 elementos interesantes; uno que entendemos por hombre “normal”, porque igual en ello va intrínseco el aceptar como normal los comportamientos sexistas por parte de los hombres y el segundo que tipo de hombre pensamos que va a ser el agresor.
Estos son solo parte de los elementos necesarios tanto para el análisis, como para la búsqueda de soluciones eficaces, porque si eliminamos su carácter estructural y sexista se hace imposible entender y luchar contra esta violencia tan selectiva, extendida y universal.
Lamentablemente, para estas 3 mujeres ya hemos llegado tarde y ahora toca al sistema judicial actuar frente a estos delincuentes. Pero no debemos de olvidar que sigue estando en nuestras manos frenar a los agresores y sobre todo en nuestra conciencia no sexista el deslegitimar sus acciones. Por eso seguiremos estando en la calle, en los bares, en los centro de estudios, en los trabajos, en las casas y allí donde estemos actuando y denunciando el sexismo y su violencia. Con un compromiso inequívoco: Porque YO NO AGREDO NI PERMITO LAS AGRESIONES A LAS MUJERES.
Maitena Monroy Romero
Profesora de Autodefensa Feminista
Militante de la Asamblea de Mujeres de Vizcaya