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CAMERÚN
Alice Nkom: una abogada contra la homofobia
PABLO STEFANONI
Viernes 4 de enero de 2013
“La homosexualidad es un delito contra la humanidad. Para nosotros el debate está cerrado. Solo vine acá a decir que a partir de ahora pasamos a la acción represiva”. El programa de televisión termina a los gritos. De un lado está Sismondi Bidjocka, quien profiere las amenazas en vivo y en directo. Del otro, la abogada Alice Nkom, la principal defensora de las minorías sexuales en Camerún, un país dirigido desde hace tres décadas por el mismo presidente: Paul Biya, quien gobierna largas temporadas desde su residencia en Suiza. Y Bidjocka no se queda ahí: este periodista que se autotitula representante de la juventud camerunesa impulsa el “día de lucha contra la homosexualidad” –incluso lo propone como día internacional cada 21 de agosto– y no duda en invitar a los jóvenes a delatar a gays y lesbianas a la policía. En Camerún el código penal castiga las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo con entre seis meses y cinco años de cárcel, además de fuertes multas.
Alice Nkom vive en Duala, la capital económica y anglófona del país, pero viaja a Yaundé –la capital política francófona– más seguido de lo que quisiera, a defender a algún detenido por homosexualidad. “En 2003 creé la Asociación para la Defensa de los Derechos de los Homosexuales. Aunque es inconstitucional, el artículo 347 bis del código penal incluye penas de cárcel. A veces basta llevar un arito para ser detenido por la policía”, dice cubierta con un vestido y turbante amarillo fuerte que no la deja pasar desapercibida.
Las amenazas “represivas” de Bidjocka no se quedan en las palabras. En marzo pasado su grupo interrumpió violentamente en un taller sobre los derechos de los homosexuales organizado en Yaundé y los defensores de gays y lesbianas creen que son ellos quienes les mandan mensajes de muerte desde teléfonos celulares. Nkom los colecciona. Bidjocka tiene una lógica de hierro: hay que evitar de cualquier modo que se abra el debate, “porque cuando hay debate se termina en algún consenso y para nosotros no hay ninguna negociación posible con la homosexualidad. Gracias a nuestra movilización hicimos recular a los partidarios de la legalización”.
Para Nkom solo se trata de que se aplique el preámbulo de la Constitución del país centroafricano, que incluye la Declaración Internacional de los Derechos Humanos. Pero las cosas son más complicadas. A fines de 2011 dos jóvenes de unos veinte años fueron condenados a cinco años de cárcel acusados de mantener relaciones sexuales en un auto. Los argumentos no son originales: la homosexualidad es ajena a las costumbres camerunesas, es pura excrecencia del mundo occidental. "Sociológica, jurídica y antropológicamente, los cameruneses somos muy homófobos, no queremos a los homosexuales y punto, Madame Nkom", continuaba Bidjocka en su "último debate". Los derechos humanos, dice, también son un invento occidental ajeno a la cultura local.
Uno de los condenados es Jean-Claude Roger Mbédé. El joven camerunés fue detenido el año pasado por un mensaje de texto “gay” y condenado por homosexualidad e "intento de homosexualidad" luego de ser denunciado por quien se iba a dar cita con él, justamente pactada con ese mensaje. Cumplió condena en la Prisión Central de Kondengui antes de ser provisionalmente liberado .Pero el 17 de diciembre pasado una corte de apelaciones ratificó la condena.
En un reportaje de la televisión francesa un joven gay de Yaundé contaba que fue víctima de un “rastreador” en Internet que se hace pasar por gay y luego de concertar una cita se aparece con la policía. “Tengo miedo y me pregunto si volveré a tener el coraje de acercarse a alguien que me gusta… Es difícil ser gay en Camerún, hay que llevar una armadura para parecer alguien que no soy. Me gustaría hablar sin susurros”, decía Fredy, de 23 años. Pese a todo, el espacio político-intelectual La Grande Palabre logró realizar en octubre pasado un debate sobre la homosexualidad, con académicos y activistas. Los mensajes amenazantes no dejaron de llegar al teléfono de Jean-Bosco, el animador de ese espacio de discusión pública; la palabre en Africa es una especie de reunión de discusión pública. Incluso en ese espacio hubo animosidad contra la intervención de Nkom.
La crispación anti-gay alcanzó un punto máximo en 2006 y se mezcló con ajustes de cuentas al interior de la elite camerunesa. Ese año tres diarios publicaron listas y fotos de políticos, hombres de negocios y músicos supuestamente homosexuales. Nkom recuerda que se vendieron tantos ejemplares que los canillitas [vendedores callejeros de periódicos] terminaron por ofrecer fotocopias. No es raro entonces que las organizaciones LGBT se presenten como asociaciones de lucha contra el sida, lo que también forma parte de sus preocupaciones en un continente afectado por ese flagelo.
Nkom cree que el reloj biológico en algún momento logrará lo que la oposición no pudo frente a un Biya de casi 80 años. “Hay un ambiente malsano de fin de reino. Pero los partidos opositores que se dicen socialdemócratas tienen las mismas posiciones homofóbicas”. Mientras, Bidjocka repite en cada micrófono que le ponen delante –con una implícita protección estatal– que la “civilización africana” debe imponerse a la decadencia de occidente.
23/12/2012
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