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8 de marzo 2010. Bilbao.
Viernes 5 de marzo de 2010
Manifiesto
Este 8 de Marzo, se cumplen 100 años de su instauración y de luchas por los derechos de las mujeres. Con él, comienza nuevamente la Marcha Mundial de las Mujeres, con sus terceras acciones internacionales en todas las partes del mundo. Estuvimos en el 2000, en el 2005 y ahora, en el 2010, nos sumamos otra vez a sus reivindicaciones.
Queremos denunciar que la crisis del sistema “hetero”patriarcal ataca directamente las condiciones de vida de las mujeres, su salud, su autonomía y su dignidad.
En la fase actual del capitalismo la precariedad no se restringe al ámbito laboral, donde ocupamos los puestos más precarios, más inseguros y con menos salario, sino que se extiende a la totalidad de la existencia. Hablamos de precariedad en la vida, en el acceso a bienes de primera necesidad, en la vivienda, en la salud, en los cuidados, en los trabajos no remunerados, en el acceso a prestaciones publicas, en la vivencia del tiempo, en el disfrute del cuerpo, en la condición de ciudadanía ...
El concepto de “trabajo”se limita a la actividad del mercado laboral. Es decir, al empleo, con consecuencias excluyentes: Las actividades realizadas fuera del mercado laboral, no se consideran trabajo ni se las reconoce valor socioeconómico. Las mujeres seguimos estando invisibilizadas: El trabajo feminizado es ignorado en todos los ámbitos, en la política, en la economía, por parte de las instituciones y de los hombres.
Las medidas actuales“anticrisis” se están dirigiendo a apuntalar el actual modelo económico basado en la división sexual del trabajo y su sistema financiero especulativo, a base de imponer políticas neoliberales.
Estas medidas agravan las desigualdades ya existentes entre hombres y mujeres, pues se enfatiza la inversión pública en sectores poco sostenibles, como el del automóvil y el de la construcción, y no en infraestructuras sociales como educación, salud, cuidados y protección social.
Es decir, no se dirigen a atajar la discriminación ni la vulnerabilidad que sufren los sectores más precarizados de nuestra sociedad y la economía no se organiza para garantizar los derechos sociales de las personas y satisfacer sus necesidades.
Es por ello que la lucha feminista no puede ser ajena a la lucha antineoliberal, porque este sistema está íntimamente relacionado con la subordinación de las mujeres y porque las situaciones de riesgo de pobreza inciden más intensamente en todas nosotras.
Tenemos que romper con los postulados de la economía ortodoxa y patriarcal dominante y del fundamentalismo de mercado, romper con esta visión androcentrica de la economía, que equipara lo económico con los mercados. Son los procesos de satisfacción de las necesidades de las personas, los que deberían marcar las agendas de los políticos y no estar subordinados a los mercados ni a la acumulación de beneficios.
Tenemos que denunciar las carencias y excesos de nuestra situación laboral y vital a fin de escapar de la fragmentación neoliberal que nos separa, debilita y convierte en víctimas del miedo, de la explotación y del individualismo.
Pero sobre todo queremos hacer posible la construcción de un modelo económico y social, de otras posibilidades de vida a través de una lucha conjunta que nos haga más sabias y más fuertes.
Por todo ello hacemos un llamamiento a todas las mujeres y organizaciones feministas para que hagan suya esta lucha.