Federación Estatal de Organizaciones Feministas

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Victorias feministas.

Tere Maldonado pertenece a feministAlde!, grupo feminista de Bilbao

Miércoles 5 de noviembre de 2014

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Como todo el mundo sabe, en los últimos tiempos las feministas hemos estado bastante contentas. Tenemos razones para estarlo. Después de mucho tiempo hemos logrado por fin una victoria concreta y redonda. Digo concreta porque muchas otras veces hemos conseguido cosas más modestas o simplemente más etéreas, menos palpables, más difíciles de cuantificar como éxitos.

Algunos medios de comunicación han insistido, como queriendo aguarnos la fiesta, en que la retirada del proyecto de ley de Gallardón tiene un aire electoralista. Bien, eso es algo que no se puede negar: ha sido una decisión absolutamente calculada en términos de conveniencia electoral. Lo que no está tan claro es por qué eso tendría que matizar la alegría de las feministas. Para nosotras es una muy buena noticia constatar que la sociedad actual en el estado español no ve con buenos ojos el retroceso en los derechos de las mujeres, y que una legislación que pretende anular la capacidad de decisión de las mujeres sobre nuestros cuerpos no tiene respaldo social.

Y ésa es una de nuestras victorias menos concretas. Cuando el Movimiento Feminista comenzó hace 40 años su lucha por el derecho al aborto, ésta no era una idea compartida por una mayoría social. Pero durante todos estos años las feministas hemos estado en las calles, hemos participado en debates públicos, hemos puesto razones y datos sobre la mesa, hemos discutido con los anti-elección y, poco a poco, hemos conseguido lo que a veces consiguen los movimientos sociales críticos: cuestionar primero y modificar después los consensos sociales establecidos. Igual que hemos hecho en otras ocasiones, igual que hicieron nuestras abuelas sufragistas respecto a los derechos civiles y políticos de las mujeres, superando toda la hostilidad y los obstáculos de aquel momento, que no eran pocos. ¿Cómo? Luchando colectivamente. La lucha feminista incluye estar en las calles, manifestarnos, hacer encerronas, encarceladas, performances, pintadas, pancartas, flash mobs, pero también estructurar nuestras propuestas, escribirlas, discutirlas entre nosotras, argumentarlas, detallarlas, publicitarlas. Así se construye el pensamiento feminista, que es producto de un ingente trabajo colectivo.

De esta manera hemos conseguido una victoria muy concreta (la retirada de un proyecto de ley infame y la dimisión de un ministro ídem) pero también eso menos identificable como es modificar la opinión pública mayoritaria.

Y no es poco, en estos tiempos terribles, en los que hay tantos frentes abiertos a los que atender y en los que la gente tiene motivos para salir a la calle a protestar y a reivindicar cada día, cada minuto. No ha sido fácil, no olvidemos la escasez de medios de que dispone el MF; sin financiación ninguna, hemos conseguido responder a la ofensiva del gobierno español a base de pura militancia, rodeadas de obstáculos hemos mantenido la presencia del discurso feminista contra viento y marea. Ha habido que pensar modos de conseguir un hueco en los medios, de acordar acciones con otros agentes sociales, de responder a las barbaridades propagadas sin descanso por los anti-elección. Además, a diferencia de los anti-elección, que se dedican full time a repetir ad nauseam que abortar es asesinar, las feministas somos gente que solemos estar liadas en otros mil berenjenales.

Pero aun así, a pesar de todos los recursos de que disponen y lo pesados que pueden llegar a ser, cada vez menos gente acepta el planteamiento de los anti-elección. Al margen de matices en las opiniones, la mayoría de la gente entiende que el aborto no puede equipararse al asesinato o al genocidio, como los anti-elección insisten sin descanso. Esa barbaridad, menos mal, no goza de ningún éxito social. Su fraudulenta autodesignación como ‘pro-vida’ (sic) ha sido completamente desenmascarada e impugnada: no hay quien se lo crea, vaya. La estafa (mal llamada crisis) que padecemos les ha dado mil oportunidades de mostrar su apoyo a ‘la vida’ y, por si a alguien le quedaba alguna duda, los anti-elección han dejado claro que su cruzada lo es, en todo caso, a favor de gametos, embriones y fetos, no a favor de ‘la vida’.

Sigue y seguirá habiendo desacuerdos y debate social respecto al aborto, pero el terreno de la disputa se ha movido. Y se ha movido a nuestro favor. Hay que pensar que hasta el PP se ha incorporado a ese nuevo consenso social. ¿Cómo entender, si no, que teniendo mayoría absoluta en el parlamento español, no hayan sacado adelante la propuesta de Gallardón? En otras cuestiones han tenido también a todo el universo en su contra, pero han tirado del rodillo de la mayoría parlamentaria para imponer su punto de vista, como en el caso de la LOMCE. Por una vez en la vida estoy de acuerdo con los monseñores obispos: la cuestión del aborto no es para el PP una cuestión de principios, no es algo indiscutible e intocable. Podemos deducir, entonces, que para el PP el aborto no es asesinato. Habrá en sus filas a quienes, por h o por b, no les parezca bien, no les guste. Vale, discutiremos. Pero, por favor, que no vuelvan a decir que no les parece bien porque abortar es matar a un inocente. Si realmente creyeran que abortar es asesinar ¿podría entenderse que no hayan legislado para evitarlo? No, nadie cree eso, nadie cree que sea asesinar. Bueno, lo cree sólo una exigua minoría social liderada por los obispos católicos (debe ser exigua habida cuenta de los cálculos electorales que se ha hecho el PP). En fin, queda otra opción explicativa que no deberíamos descartar: el PP renuncia a los principios éticos en favor del interés y el cálculo electoral (es decir, no tiene principios). Dicho de otro modo: es capaz de actuar sin escrúpulos por conveniencia. No sería la primera vez.

Pero en el debate social sobre el aborto los límites, insisto, se han modificado. Tendría que ser muy difícil en el futuro plantear algo similar a lo que Gallardón pretendía (digo “tendría” porque claro, cualquiera se fía: ninguna conquista social es para siempre, sino que hay que defenderla siempre). Por supuesto que para nosotras no es suficiente con que la mayoría de la gente no acepte que abortar es asesinar, como no es suficiente la legislación vigente. Seguiremos difundiendo y razonando nuestro planteamiento. Pero debemos ver con claridad que hemos dado pasos contundentes hacia delante. Hemos ganado terreno.

Es cierto que a las feministas nos queda mucho trabajo por hacer. Somos muchas las feministas (y no sólo las lesbianas y/o menopaúsicas) que nos alegramos de poder aparcar por fin un poco el tema del aborto (un poco sólo, porque no nos conformamos con lo que tenemos aquí y porque no vamos a olvidarnos –por ejemplo– de las 17 de El Salvador). Y nos alegramos porque tenemos la agenda petada de reivindicaciones fundamentales e impostergables. Alguien dijo alguna vez que el feminismo había cambiado por completo el aspecto de nuestro mundo. Sí, es cierto. Pero sigue tratándose de un work in progress, seguimos en ello. Construyendo (con otras gentes) un mundo más justo, más bonito, mejor. Mucho trabajo por hacer. Pero de vez en cuando, como en esta ocasión, tenemos motivos para celebrar nuestras victorias.

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Abortatzeko Eskubidea
Bat eginik, abortuaren lege erreforma gelditzeko/Juntas para detener la reforma de la ley del aborto
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